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lunes, 28 de noviembre de 2011

{74} Preludio,Aria y Coda a Gabriel Fauré

Tibia luz se difunde
por el aire cautivo de la sala.
Ya en el tapiz se hunde,
ya entumeciendo el ala
por el cristal y el ébano resbala.


¿Qué mensaje nos llega?
¿De dónde brota esta presencia infusa,
esta fragancia ciega
y suavísima musa
que nos besa la frente y nos rehusa?


Es algo que nos duele
y no se sabe dónde,cómo o cuándo.
algo que sabe o huele
a flor que masticando
en la lengua nos burla y va volando.


Instante de prodigio.
Cuánta ventura en un silencio cabe.
Cómo el licor estigio
a olvido espeso sabe.
Qué amanecer de anunciación tan suave.
¿Dónde,que no te veo,
dónde,nombre de arcángel,te escondiste?
Solo estoy,mas sí creo.
Algo celeste y triste
va a nacer de la estela que perdiste.


Resbala de este a oeste
de espuma negra y de marfil la ola;
y en coloquio celeste
bogan violín y viola
y el violonchelo náufrago se inmola.


La dicha que arrebata,
la lágrima que asoma y nos redime,
la luz que ata y desata,
la esperanza que gime:
¿qué música hay que el alma no lastime?


Pena de amor,precisa,
indecisa,tu súplica fluctúa,
se ofrece ya, se irisa,
se esquiva,se gradúa,
diente a diente se ahínca y se insinúa.


Feliz al viento ondule
la frase en re bemol que amor engendra;
que en la espera que pule,
purifica y acendra,
Penélope se abraza a Melisendra.


Pálido el infinito
cabe en la noche mágica del piano;
pálido y sin un grito.
Y ciega va la mano
como una luna errando en el arcano.

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