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martes, 15 de noviembre de 2011

{69} A la Asunción de Nuestra Señora

I


¿A dónde va, cuando se va, la llama?
¿A dónde va, cuando se va, la rosa?
¿A dónde sube, se disuelve airosa,
hélice rosa y sueño de la rama?


¿A dónde va la llana, quién la llama?
A la rosa en escorzo ¿quién la acosa?
¿Qué regazo, qué esfera deleitosa,
qué amor de Padre la alza y la reclama?


¿A dónde va, cuando se va escondiendo
y el aire,el cielo queda ardiendo,oliendo
a olor,ardor,amor de rosa hurtada?


¿Y a dónde va el que queda, el que aquí abajo,
ciego del resplandor, se asoma al tajo
de la sombra transida, enamorada?


II


Esta vez como aquélla,aunque distinto.
El Hijo ascendió al padre en pura flecha.
Hoy va la Madre al Hijo, va derecha
al Uno y Trino, al trono en su recinto.


Ella va a ser la flor del laberinto,
engaste en hueco desde aquella flecha,
cuando fue concebida sin sospecha
de huella original, de oscuro instinto.


Por eso sube altísima y raptada
en garras de los ángeles de presa,
por eso el aire, el cielo rasga, horada,


profundiza en columna que no cesa,
se nos va, se nos pierde,pincelada
de espuma azul en el azul sorpresa.


III


No se nos pierde, no.Se va y se queda.
Coronada de cielo,tierra añora
y baja en descensión de mediadora,
rampa de amor, dulcísima vereda.


Recados del favor nos desenreda
la mensajera,la revoladora,
la paloma de paz, Heridla ahora:
ya se acabó el suplicio de la veda.


Hoy sobre todo que es la fiesta en Roma
y se ha visto volar otra Paloma
y posarse en la nieve de una tiara.


La Asunción de María -vítor,cielos-,
corazonada ayer de mis abuelos,
en luz,luz,luz de Dogma se declara.



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