En la quietud de estos valles
llenos de dulce añoranza
tiemplan, bajo el cielo azul,
las esquilas de las vacas.
Se duerme el sol en la yerba
y, en la ribera dorada,
sueñan los árboles verdes
al ir lloroso del agua.
El pastor descansa, mudo,
sobre su larga cayada,
mirando al sol de la tarde
de primavera, y las mansas vacas
van de prado en prado,
subiendo hacia la montaña,
al son lejano y dormido
de sus esquilas con lágrimas.
… Pastor toca un aire viejo
y quejumbroso en tu flauta
llora en estos grandes valles
de languidez y nostalgia;
llora el diamante del agua,
llora el ensueño del sol
y los ocasos del alma.
¡Que todo, pastor, se inunde
con el llanto de tu flauta:
al otro lado del monte,
están los campos de España!
@ Juan Ramón Jiménez
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