Cuanto,por fin,decides libertar tus amarras,
y surcando el otoño contra las golondrinas,
"amueblas tus canciones" en el norte,y desgarras
desteñidas esquelas y estofas clandestinas.
Cuando -primera escala de tu viaje de bodas
con la Poesía intacta- a parís tiendes vuelo
y rasgas impaciente las vestiduras todas
de cinco años de célibe y de cinco de celo,
permite,amigo mio ,que mientras te acomodas
en tu nupcial carruaje yo te tienda el pañuelo.
Eran los años frescos y eran los meses turbios
de nuestras primaveras de furores poéticos.
Y nuestras charlas líricas paseaban los suburbios
fermentadas de odios a los dioses miméticos.
Era el diario poema y era el hallazgo urgente
y el zambullirse intrépido en líricos abismos,
y el volver del sondeo con el arduo presente
de una inédita especie de inquietos futurismos.
Y el gozo del regalo que, sin saber a veces
por qué,nos deparaba la intuitiva quirurgia,
y el sabor de un licor cuyas podridas heces
bailaban en un vaso de extraña metalurgia.
Una tarde, ¿te acuerdas?, nos llegó el meteoro.
"Una estrella desnuda se alumbra sobre el llano."
a su fulgor supimos cómo se alquimia el oro
y se hace geometría la sombra del arcano.
Tú bien pronto prendiste tu portátil lucero
y en el cielo de España nadie el prodigio supo.
Yo,al riesgo de los soplos,tan sólo un reverbero
en cuyo disco abierto vuestras luces agrupo.
Algunos halagaban las lejanas vislumbres
de mi fácil satélite.Le creían planeta.
Pero yo les hablaba de lo que hay tras las cumbres,
de la voluble luna y del alba secreta.
Ya han pasado los años.Tu estrella de bolsillo
te guía con su llama que a tu arbitrio gradúas.
Mi sol falso, de viejo,se va haciendo amarillo.
Día a día se mella su corona de púas.
Bien sabes,Juan, que es cierto, que en poca agua naufrago.
Más de una vez temiste seriamente por mí.
Por eso,aunque te vayas,tu estrella de Rey Mago
que me alumbre este valle donde vivo y nací.
Siempre un próximo estímulo necesito. Así ahora
sobre mi mesa muestra sus letras framboisées
el titulo de un libro donde a su dama adora
-imposible a él,hoy tuya- Stéphane Mallarmé.
Al radio de mi brazo se me ofrecen actuales
el Góngora de Hozes y mi Bocángel raro;
mi Bocángel,un cofre de esplendores verbales
cuyo oro hilado arde como exquisito faro.
Ya adivino tu gesto esquivo y enigmático.
Sí.Ya te entiendo. Temes que me tienten las glosas,
que me contagie el morbo estéril del gramático
y en heroico herbolario pare el cultor de rosas.
No,amigo.Te prometo ganar siempre mi día,
como los de aquel mayo y junio,un lustro hace.
Por mi diario poema luchar con alegría,
y emprender en mi mapa tus viajes. Vade in pace.
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