Los ríos hispanos no se ajustan al ti-
po normal descrito en los tratados de
geografía física. Estos libros describen
a los ríos como constituidos por tres
tramos bien diferentes entre sí: el to-
rrencial en las montañas que les dan
nacimiento; el curso medio, divagante
y lento, y el tramo bajo, amplio y se-
reno. Los nuestros presentan carácter
torrencial en gran parte de su curso, y
las más de las veces incluso en su des-
embocadura. O alternan los rápidos con
segmentos divagantes. Pero es, sobre
todo, en su caudal donde sufren varia-
ciones muy extremas. Incluso en las
ramblas el caudal es cero durante la
mayor parte del año, para pasar a cons-
tituir asombrosas avenidas cuando al-
guna tormenta descarga sobre sus ca-
beceras. Pasan de la nada a lo mucho,
igual que el alma española. El río pe-
ninsular es, seguramente, el aparato
geográfico que más se parece a nuestra
forma de actuar, que nos hace ser len-
tos y dormidos durante largos espacios
para despertarnos e inundar todo con
un coraje incontenible en un momento
dado. Pero en ambos casos, en el río y .
en el hombre, la arrollada dura poco
tiempo y en seguida se vuelve al sopor
ancestral.
po normal descrito en los tratados de
geografía física. Estos libros describen
a los ríos como constituidos por tres
tramos bien diferentes entre sí: el to-
rrencial en las montañas que les dan
nacimiento; el curso medio, divagante
y lento, y el tramo bajo, amplio y se-
reno. Los nuestros presentan carácter
torrencial en gran parte de su curso, y
las más de las veces incluso en su des-
embocadura. O alternan los rápidos con
segmentos divagantes. Pero es, sobre
todo, en su caudal donde sufren varia-
ciones muy extremas. Incluso en las
ramblas el caudal es cero durante la
mayor parte del año, para pasar a cons-
tituir asombrosas avenidas cuando al-
guna tormenta descarga sobre sus ca-
beceras. Pasan de la nada a lo mucho,
igual que el alma española. El río pe-
ninsular es, seguramente, el aparato
geográfico que más se parece a nuestra
forma de actuar, que nos hace ser len-
tos y dormidos durante largos espacios
para despertarnos e inundar todo con
un coraje incontenible en un momento
dado. Pero en ambos casos, en el río y .
en el hombre, la arrollada dura poco
tiempo y en seguida se vuelve al sopor
ancestral.
Quizá sea el Guadalquivir el que mejor se adapta al modelo clásico de
río con tres tramos bien definidos. Es, al mismo tiempo, el río más joven y
juguetón que tenemos: aún está creciendo mediante los materiales que
transporta a las proximidades de su desembocadura.
río con tres tramos bien definidos. Es, al mismo tiempo, el río más joven y
juguetón que tenemos: aún está creciendo mediante los materiales que
transporta a las proximidades de su desembocadura.
Por el contrario, el Guadiana es un río viejo, tranquilo, pausado y apaci-
ble en casi todo su trayecto medio. Tiene, muchas veces, el carácter de un lago
alargado que no alt~ra. su pulso n\ siquie~a. al acerca~se a los montes .de To-
ledo. Ya en la prOVInCIa de Badajoz se divide en vanos brazos que dejan en-
tre sí numerosas islas de bajo relieve. unicamente~orma rápidos en las pro-
ximidades del pueblo portugués de Serpa, y por eto las embarcaciones no
pueden remontar su corriente.
ble en casi todo su trayecto medio. Tiene, muchas veces, el carácter de un lago
alargado que no alt~ra. su pulso n\ siquie~a. al acerca~se a los montes .de To-
ledo. Ya en la prOVInCIa de Badajoz se divide en vanos brazos que dejan en-
tre sí numerosas islas de bajo relieve. unicamente~orma rápidos en las pro-
ximidades del pueblo portugués de Serpa, y por eto las embarcaciones no
pueden remontar su corriente.
LUIS CARLOS GARCÍA DE FIGUEROA
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