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lunes, 23 de mayo de 2016

La Catedral de Burgos

La catedral es fina,frágil y sensitiva.
La dañan los vendavales,las sequedades ardorosas,las lluvias,las nieves.
Las piedras areniscas van deshaciéndose poco a poco;los recios pilares se van desviando;las goteras aran en los muros huellas
hondas y comen la argamasa que une los sillares, La catedral
es una y varias a través de los siglos;
aparece distinta en las diversas horas
del día; se nos muestra con distintos
aspectos en las varias estaciones.

En los días de espesas nevadas los nítidos
copos cubren los pináculos,arbotantes,gárgolas,
cresterías,florones;se levanta la catedral entonces
blanca,sobre la ciudad blanca.
En los días de lluvia,cuando los canales de las casas
hacen un ruido continuado en las callejas,vemos vagamente
la catedral a través de una cortina de agua.
En las noches de luna, desde las lejanas lomas que rodean 
la ciudad,divisamos la torre de la catedral destacándose 
en el cielo diáfano y claro. Muchos días del verano,en las
horas abrasadoras del mediodía,hemos venido con un libro a 
los claustros silenciosos que rodean el patio, el patio con
su ciprés y sus rosales...

Crece un alto ciprés y varios laureles
y rosales en el huertecillo del claustro.
En el claustro se halla la capilla de la
Blanca;se dice que en una tabla del altar
-ahora abandonado,roto,polvoriento-estaban
retratados a los lados de la Virgen los Reyes Católicos.
Los hierbajos han invadido el jardín de del claustro,
los gorriones pían estridentes durante el día;cuando
llega la noche y comienzan a brillar las las primeras
estrellas,salen de los mechinales los murciélagos y van
recolando con sus vuelos callados y tortuosos.


1950. Textos de Azorín

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