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martes, 5 de abril de 2016

El Crepúsculo en la Presa

Silencio, soledad, melancolía
reinan doquier: tan sólo la campana
la oración dando en la ciudad lejana,
anuncia de la tarde la agonía.

Se extienden en redor fajas de montes
que se van elevando allá a lo lejos,
y del día expirante a los reflejos,
limitan los distantes horizontes.

Rústicas chozas en su falda humean,
y sube el humo en blancas espirales,
y a través de sus ondas desiguales,
los fuegos de la luz entreclarean.

Abajo el ancha Presa está tendida
y el azul de los cielos reproduce,
inmensa concha que se ostenta y luce
en su marco de peñas embutida.

Con nubes que lo cercan sonrosadas
parte su última luz el sol poniente,
cual padre que, al morir, lánguidamente
entre sus hijas parte sus miradas.

La luna, en tanto, tras la opuesta loma
melancólica y dulce va saliendo,
como cuando el placer se va escondiendo,
por lado opuesto la esperanza asoma.

Y de la Presa en el espejo blando,
sus rayos luna y sol al par retratan,
y en el agua se mezclan y dilatan,
su reflejo en cada ola transformando.

De mil luceros el cenit se puebla,
chispas de plata sobre azul alfombra:
ya el sol se ve de ocaso entre la sombra,
de polvo de oro como leve niebla.

Vencedora la nube al contemplarse,
tendiendo en el paisaje su mirada,
hermosa, negligente y descuidada,
del lago en el cristal viene a mirarse.

Las luciérnagas pasan a millares,
como estrellas errantes y viajeras,
y se esparcen en notas pasajeras
de la noche los ruidos familiares.

El céfiro nocturno, suspirando,
forma en el agua músicos acordes,
y las pequeñas olas en los bordes,
se vienen a estrellar de cuando en cuando.

¡Qué muelle laxitud! ¡Qué dulce calma!
A fuerza de quedar muda y tranquila,
lánguida la existencia se aniquila
en una sensación toda del alma.

¡Qué plácido es estar pensando a solas,
de noche, en este sitio retirado,
y,viviendo en recuerdos del pasado,
llorar y suspirar con estas olas¡

¡Qué triste y bella está naturaleza
con esa agua, esa luna, ese vacío¡...
La tristeza que reina en torno mío,
se armoniza muy bien con mi tristeza.

¡Albergue melancólico, tú existes
de los amantes para edén dichoso!
Que siempre, por instinto misterioso,
va buscando el amor los sitios tristes.

Para grabar en ti nombres y flechas,
tienes peñascos,árboles y losas,
y románticas grutas silenciosas.

Tienes flores de senos resevados,
para dejar entre sus hojas presos
hondos suspiros y secretos besos
por el amor tan sólo adivinados.

Más fiera a mí me condenó la muerte
a vagar sin amor y sin ventura,
y el ósculo primero de ternura
me lo darán los labios de la muerte.

Y, si en la fecha de mis días bellos
en tus troncos dejar quiero grabada,
suspira y gime el alma contristada,
¡ay! yo no tengo que grabar en ellos.

Y por eso tan sólo yo quería
morir aquí por única fortuna;
y que la luz querida de esa luna
fuera la aurora de mi eterno día.




Juan Valle

1838 - 1865


Mas Información:

http://www.poemas-del-alma.com/juan-valle.htm

http://www.elem.mx/autor/datos/3255


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