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lunes, 22 de diciembre de 2025

La reticencia de lady Anne

 


[Cuento - Texto completo.]

Saki

Egbert entró en la amplia sala oscura con el aire de quien no sabe si entra a un palomar o a un polvorín y viene preparado para ambas contingencias. No habían rematado la pequeña disputa doméstica sostenida durante el almuerzo, y ahora la cuestión era tantear hasta qué punto lady Anne estaba de humor para renovar o abandonar las hostilidades. Su postura en el sillón junto a la mesa de té era más bien elaborada y tiesa; y en la penumbra de la tarde decembrina los anteojos de Egbert no ayudaban gran cosa a discernir la expresión de su cara.

Para romper el hielo superficial que pudiera existir, Egbert dijo algo sobre lo tenue y místico de la poca luz. Alguno de los dos solía hacer esta observación entre las 4:30 y las 6 en las tardes de invierno y finales de otoño; hacía parte de su vida conyugal. Carecía de respuesta fija, y lady Anne no adelantó ninguna.

Don Tarquinio se encontraba tendido sobre la alfombra persa, calentándose a la lumbre del hogar con majestuosa indiferencia por el posible mal humor de lady Anne. Su pedigrí era tan intachablemente persa como la alfombra, y su pelaje entraba ya en el esplendor de un segundo invierno. El criado, que tenía inclinaciones renacentistas, lo había bautizado don Tarquinio. De ser por ellos, Egbert y lady Anne de seguro le habrían puesto Pelusa; pero no eran personas obstinadas.

Egbert se sirvió el té. Como nada indicaba que el silencio fuera a ser roto por iniciativa de lady Anne, se dispuso a realizar otro esfuerzo heroico.

-Lo que dije al almuerzo tenía intenciones puramente académicas -anunció-; pero parece que le das un sentido innecesariamente personal.

Lady Anne continuó atrincherada en el silencio. El pinzón real llenó aquel vacío con una perezosa melodía de Iphigénie en Tauride. Egbert la reconoció al punto, puesto que era la única tonada que el pinzón sabía silbar, y les había llegado con fama de silbarla. Tanto Egbert como lady Anne habrían preferido algo salido de Terrateniente de la Guardia, la ópera favorita de ambos. En cuestiones artísticas tenían gustos similares. Se inclinaban por lo honesto y explícito en el arte: una lámina, por ejemplo, que pusiera una historia delante de los ojos, con la ayuda generosa del título. Un corcel de guerra sin jinete y con los arreos en patente desorden, que entra trastabillando a un patio lleno de pálidas mujeres al borde del desmayo, y con la anotación marginal de “Malas Nuevas”, les sugería la clara lectura de algún desastre militar. No les costaba ver lo que quería comunicar y podían explicarlo a otros amigos de inteligencias más obtusas.

Persistía el silencio. Por regla general, los disgustos de lady Anne se volvían verbales y pronunciadamente desbocados tras cinco minutos de mutismo introductorio. Egbert tomó la jarra de leche y vertió parte de su contenido en el platillo de don Tarquinio. Como el platillo estaba lleno hasta el borde, el resultado fue un feo derrame. Don Tarquinio lo miró con sorprendido interés, que se desvaneció en una esmerada indiferencia cuando Egbert lo llamó a que lamiera algo del líquido rebosado. Don Tarquinio estaba dispuesto a desempeñar muchos papeles en la vida, pero el de aspiradora de alfombras no era uno de ellos.

-¿No crees que nos estamos comportando como un par de tontos? -dijo él de buen humor.

Si lady Anne pensaba igual, no lo expresó.

-Supongo que yo en parte he tenido la culpa -prosiguió Egbert, mientras se le iba evaporando el buen humor-. Mira, después de todo soy humano. Pareces olvidar que soy un ser humano.

Insistía en ello como si corrieran rumores infundados de que tuviese contextura de sátiro, con prolongaciones cabrunas donde la parte humana terminaba.

El pinzón volvió a entonar la melodía de Iphigénie en Tauride. Egbert se iba sintiendo deprimido. Lady Anne no bebía su té. Tal vez se sentía indispuesta. Pero cuando lady Anne se sentía indispuesta no solía ser reservada al respecto. “Nadie sabe lo que me hace sufrir la mala digestión” era una de sus afirmaciones favoritas. Ahora bien, esta ignorancia sólo podía deberse a oídos defectuosos: la información disponible sobre el tema habría suministrado material suficiente para una monografía.

Era evidente que lady Anne no se sentía indispuesta.

Egbert empezaba a creer que recibía un trato irracional; y, naturalmente, comenzó a hacer concesiones.

-Tal vez -observó, centrándose en la alfombra hasta donde se dignó permitirle don Tarquinio- toda la culpa ha sido mía. Estoy dispuesto a emprender una vida mejor, si con eso las cosas recuperan las buenas perspectivas.

Se preguntó vagamente cómo podría lograrlo. Ya entrado en años, las tentaciones le llegaban de modo vacilante y sin mucha insistencia, como un recadero de la carnicería que pide un aguinaldo en febrero con la débil excusa de que olvidaron dárselo en diciembre. No tenía más planes de sucumbir a ellas que de comprar las boas de piel y los cubiertos de pescado que algunas damas se ven forzadas a ofrecer con pérdida, mediante el expediente de las columnas de avisos, durante el año entero. Con todo, había algo impresionante en aquella espontánea renuncia a posibles monstruosidades soterradas.

Lady Anne no dio señas de estar impresionada.

Egbert la miró con inquietud a través de los espejuelos. Llevar la peor parte en una discusión con ella no era nada nuevo. Llevar la peor parte en un monólogo era una humillante novedad.

-Voy a cambiarme para la cena -anunció, con voz a la que pretendió dar una sombra de dureza.

En la puerta, un ataque postrero de debilidad lo impulsó a hacer un nuevo intento.

-¿No estamos siendo muy absurdos?

“¡Qué idiota!” fue el comentario mental de don Tarquinio cuando la puerta se cerró tras la retirada de Egbert; y luego alzó en el aire las aterciopeladas zarpas delanteras y saltó ágilmente a una estantería que estaba justo bajo la jaula del pinzón. Por vez primera parecía notar la existencia del pájaro, pero en realidad llevaba a efecto un viejo plan de ataque, madurado hasta la precisión. El ave, que se había creído una especie de déspota, se comprimió de súbito a un tercio de su porte normal, y echó a batir las alas desesperadamente y a emitir chirridos estridentes. Aunque había costado veintisiete chelines sin la jaula, lady Anne no dio señal de intervenir.

Hacía dos horas que estaba muerta.

FIN


“The Reticence of Lady Anne”,
Reginald in Russia and Other Sketches, 1910

El mar en la narrativa de Ernest Hemiunwey









El mar en la novela de Ernest Hemingway, especialmente en "El viejo y el mar", es un elemento central y multifacético que va mucho más allá de ser solo un escenario. Es una fuerza de la naturaleza, un adversario, un símbolo de la vida y un espejo del alma humana.



Simbología del Mar

En la novela, el mar representa la lucha de la vida. El pez espada gigante, el marlín, simboliza el destino y la adversidad que todos enfrentamos. La batalla de Santiago, el viejo pescador, con el pez no es solo una lucha por la supervivencia, sino una representación de su propia dignidad y voluntad de vencer. El mar es, en este sentido, un campo de batalla donde se pone a prueba el espíritu humano.

El mar también se puede interpretar como la vida misma, con sus ciclos de calma y tormenta. La soledad de Santiago en el mar refleja la soledad inherente a la condición humana y la necesidad de enfrentar los desafíos por uno mismo.



El Mar como Carácter y Adversario

Hemingway personifica el mar, dándole un carácter propio. No es un enemigo, sino un adversario noble y digno. El viejo pescador, Santiago, siente un profundo respeto por el mar y por el pez que intenta capturar. Se dirige al mar y al pez como si fueran seres inteligentes, mostrando una conexión íntima y espiritual con la naturaleza. Esta relación resalta la admiración que Hemingway tenía por la fuerza, la resistencia y la dignidad, tanto en los humanos como en el mundo natural.

️ Análisis de "El viejo y el mar"

La novela corta El viejo y el mar (1952) de Ernest Hemingway es una obra maestra concisa, rica en simbolismo, caracterizada por su estilo narrativo minimalista y centrada en temas profundos de la condición humana y la naturaleza.



Simbolismo

Aunque Hemingway afirmó que no buscaba símbolos, la crítica y los lectores han encontrado múltiples lecturas parabólicas.



Santiago (El viejo): Simboliza la perseverancia, la dignidad humana, la lucha heroica contra la adversidad, y el conocimiento y la experiencia que vienen con la edad.



El Marlín (Pez espada): Representa la gran oportunidad soñada, el objetivo ideal, la adversidad digna y, a un nivel más profundo, un ideal que supera las fuerzas humanas. La lucha contra él es una prueba épica.



Los Tiburones: Simbolizan los peligros inevitables, la destrucción, las fuerzas de la naturaleza o la vida que despojan al hombre de los frutos de su esfuerzo.



Manolín (El chico): Representa la lealtad, la juventud que respeta la experiencia, y el futuro que continúa el legado.



El Mar: Es un símbolo ambivalente de la naturaleza salvaje, hermosa y proveedora, pero también cruel, impredecible e indiferente.



Técnicas Narrativas

Hemingway aplica su famosa "Teoría del Iceberg" (o de la omisión), donde solo se muestra una pequeña parte de la historia, dejando el resto de significado oculto e implícito para la interpretación del lector.



Estilo Minimalista (Economía de medios): Se caracteriza por una prosa clara, directa y concisa, evitando los adornos y la introspección explícita. El autor muestra las acciones y el diálogo en lugar de contar las emociones o pensamientos directamente, llevando a las ideas a partir de lo que hacen los personajes.



Narrador Omnisciente y Focalización: La narración es en tercera persona con un narrador omnisciente, pero focalizado principalmente en los pensamientos y acciones de Santiago, sumergiendo al lector en su experiencia.



Diálogo Interior y Monólogo: Gran parte de la historia se desarrolla a través de los pensamientos de Santiago durante su travesía en solitario, revelando su carácter, sus valores y su lucha mental.



Temporalidad Lineal: La trama se desarrolla de forma lineal a lo largo de unos pocos días, con un ritmo constante que se intensifica durante la lucha con el marlín.



Temática

La novela aborda temas universales y trascendentales:



La Lucha Heroica y la Perseverancia: El tema central es la épica batalla de Santiago contra el marlín y luego contra los tiburones, lo que subraya la idea de que "El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado". Es una lucha de la voluntad y el espíritu individual contra la adversidad.



La Dignidad y el Honor: El viejo mantiene su dignidad y un código de honor incluso en el fracaso. La lucha es valiosa en sí misma, independientemente del resultado material.



La Soledad: La mayor parte de la historia transcurre con Santiago solo en el mar, enfrentándose a la naturaleza y a sí mismo.



La Amistad y la Lealtad: La relación entre Santiago y Manolín es un poderoso contraste a la soledad del viejo, mostrando un vínculo incondicional de respeto y afecto.



La Relación Hombre-Naturaleza: Se explora el profundo respeto que Santiago tiene por el marlín y el mar, reconociendo la belleza, la crueldad y el compañerismo en la naturaleza.

Esta breve lección sobre El viejo y el mar explica por qué la perseverancia es clave en la obra de Hemingway: EL VIEJO Y EL MAR: La perseverancia en Santiago, personaje de Ernest Hemingway.

martes, 16 de diciembre de 2025

La revista TIME designó en 2025 a los “Arquitectos de la Inteligencia Artificial” como persona del año

 


Políticas gubernamentales de Estados Unidos han eliminado el acceso a información científica sobre el clima y la han reemplazado con desinformación

 


El texto parte de un informe reciente de la UNESCO sobre tendencias globales en la libertad de expresión y desarrollo de medios, destacando especialmente la problemática de la desinformación climática. La autora señala que, hacia finales de 2025, determinadas políticas gubernamentales en Estados Unidos han eliminado el acceso a información científica sobre el clima, la han reemplazado con desinformación

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) publicó su informe cuatrienal sobre Tendencias Mundiales en la Libertad de Expresión y Desarrollo de los Medios. Lo que sigue es una versión ligeramente adaptada de la contribución sobre desinformación climática.

A medida que la Tierra continúa calentándose [principalmente debido a la actividad humana] y los impactos en nuestro clima se vuelven cada vez más severos, la ciencia que busca advertirnos y orientarnos está siendo silenciada. Líderes globales poderosos y grandes corporaciones ignoran o niegan la ciencia en un intento deliberado de engañar al público y retrasar la acción urgente necesaria para proteger la habitabilidad del planeta.

En el articulo se analiza cómo la desinformación climática socava el derecho colectivo al conocimiento científico y a la toma de decisiones basada en evidencia. Según la autora, políticas gubernamentales recientes en Estados Unidos han limitado el acceso público a información científica sobre el clima, reemplazándola por narrativas sesgadas o desinformación. Esto afecta evaluaciones oficiales, como la National Climate Assessment, y disminuye la confianza en los científicos, poniendo en riesgo la acción frente al cambio climático.

Cell destaca que, aunque los efectos del cambio climático están bien documentados, existen poderosas fuerzas políticas y corporativas que niegan o manipulan la información científica para retrasar medidas urgentes. La autora señala casos recientes en los que se ha distorsionado información sobre olas de calor extremas, afectando la percepción pública y la preparación frente a eventos climáticos que ponen en riesgo la vida de millones de personas. Además, se ha limitado el acceso a recursos oficiales, obligando a investigadores y ciudadanos a buscar información en fuentes independientes o archivos previos.

La desinformación no solo tiene consecuencias sociales, sino también científicas y económicas. Los datos indican un aumento significativo de la mortalidad por calor extremo en las últimas décadas, y estudios económicos muestran pérdidas vinculadas a las emisiones de industrias específicas. A pesar de la solidez de la evidencia científica, estas campañas buscan debilitar la autoridad de los expertos y retrasar la adopción de políticas efectivas (Cell, 2025).

La autora identifica a la industria de los combustibles fósiles y a sus aliados políticos como los principales impulsores de esta desinformación. Documentos históricos muestran que estas industrias tenían conocimiento del cambio climático décadas atrás, pero eligieron estrategias de negación y manipulación para proteger sus intereses económicos. Entre las tácticas empleadas se incluyen la exageración de incertidumbres científicas, el financiamiento de estudios cuestionables, el acoso a científicos y la manipulación de funcionarios gubernamentales. Investigaciones realizadas por la Union of Concerned Scientists y otros organismos demuestran que la industria de los combustibles fósiles ha utilizado todas las tácticas del manual de desinformación:

  • Contratar a un científico que utilizaba métodos desacreditados y no revelaba la financiación de la industria.
  • Generar dudas exagerando las incertidumbres de la ciencia del cambio climático y dirigiéndose a profesores y estudiantes.
  • Acosar a los científicos climáticos.
  • Comprar credibilidad.

Además, las plataformas digitales juegan un papel crucial en la difusión de desinformación, muchas veces de forma indirecta al priorizar contenido que genera mayor interacción y publicidad. Esto amplifica la exposición de la sociedad a narrativas falsas o engañosas sobre el cambio climático, incluyendo teorías conspirativas y ataques a políticas de mitigación. La influencia de estas prácticas también afecta a instituciones científicas, limitando financiamiento, debilitando agencias regulatorias y generando presión sobre investigadores, lo que repercute en la comunicación científica y en la implementación de políticas basadas en evidencia.